Comencemos por las paredes y muebles. Para otorgarle una mayor sensación de luminosidad al dormitorio, una apuesta segura es el color vainilla tanto en las paredes como en los muebles, siendo la base para después añadirle pequeños toques de color, como las almohadas en color fresa.
Divide visualmente el espacio con un zócalo de papel pintado. Para diferenciar la zona de las ventanas más luminosa del resto del ambiente, se puede utilizar un papel pintado con un estampado discreto, y siempre de tonalidades claras, para que no desentone con el resto de la habitación.
Combina muebles claros con detalles en un tono más llamativo. La adición de pequeños complementos, como velas, recipientes o cojines en colores intensos sobre el fondo blanco da un toque alegre y desenfadado a la habitación, además con solo variar estos complementos se puede conseguir un ambiente totalmente diferente.
Si tu dormitorio no es muy amplio puede ser conveniente la utilización de muebles fácilmente desplazables y que puedan tener diferentes usos. Como este banco blanco con ruedas, que puede servir de mesita de noche o para colocar el televisor a los pies de la cama.
Utiliza una cesta para almacenar la ropa de cama y los cojines antes de irte a dormir, es muy cómodo disponer de un espacio donde colocarlos, como es el caso de esta cesta de mimbre y madera, que siempre ha de combinar con la decoración de la habitación.
Busca una manta que entone con la ropa de cama y la pared del dormitorio. A pesar de que puedan parecer detalles sin importancia todos los complementos del dormitorio han de estar en combinación con los colores y decoración de la habitación, se pueden elegir tonos rojizos para aportar un toque de color y de calidez en los meses de invierno.
Estas cajas de fibra resultan muy prácticas. No hay que descuidar ningún detalles a la hora de decorar el dormitorio, por ello para guardar nuestros pequeños complementos estas cajas en tonos madera pueden ser una buena opción.
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