La inteligencia emocional es cada vez más una forma de entender la vida, los negocios, las relaciones de pareja... y la decoración. Los colores, la luz, los espacios limpios y llenos de buena energía afectan a nuestro estado emocional y nuestra armonía para bien o para mal. Veamos, brevemente, cómo.
El color como terapia es conocido desde la antigüedad. Cada color emite una vibración que nos afecta de forma inconsciente. Por eso es tan frecuente que se nos recomienden colores relajantes como el menta, el turquesa o el azul claro en los dormitorios. Colores fuertes como el naranja o fucsia en cocinas o comedores, o evitar colores que creen tensión en los puntos de reunión de un hogar.
Las velas nos calman, por eso, para relajar un ambiente se recomienda encender velas. Así como para disfrutar de una comida tranquila o suavizar tensiones entre comensales, algo que deberíamos tener en cuenta en comidas familiares o cenas no solo de Navidad. Su color también influye y los rosados y anaranjados se recomiendan en los baños.
El aroma es uno de nuestros sentidos con más memoria. Alguien que no recuerde nada de la decoración de tu hogar, con toda probabilidad, recuerde si olía bien o mal. Busca un aroma que refleje la personalidad de tu hogar y mantén siempre una ventilación adecuada.
La higiene es fundamental. Y el orden. Un hogar desordenado o lleno de polvo nos afecta a nivel inconsciente reflejando el caos exterior en el interior, haciéndonos sentir desasosegados aparentemente "sin motivo". Ordena, ventila y haz limpiezas periódicas.
Las terapias orientales como el Feng Shui llevan siglos aunando estos conocimientos en los que profundizaremos poco a poco para potenciar nuestros estados de ánimo positivos a través de la decoración.
Fuente: Arqhys, DigsDigs, DigsBedromm,