El estilo shabby chic, tiene un nombre tan evocador como sus orígenes: deberíamos remitirnos a las grandes casas de campo británicas donde sofás y cortinas de cretona (con estampados florales principalmente) quedaban desgastadas y descoloridas por el uso generación tras generación y los muebles acababan casi ocultos bajo manos y manos de pintura.
El objetivo de este estilo decorativo era en un principio contraponerse al estilo pop victoriano, chillón y un poco kistch. Para el estilo shabby chic, son claves la restauración y reutilización de muebles antiguos, como así telas usadas, y lo que en los años '80 del siglo XX fue una moda de artistas un poco bohemios, en los inicios de este XXI se considera un estilo femenino por excelencia y muy apropiado para personalidades urbanas con aspiraciones de disfrutar del encanto del rústico sin rusticidad. Como vemos, un cúmulo de contradicciones, de espectaculares resultados estéticos.
Los ambientes shabby chic son muy claros y luminosos, los colores estrella son el blanco y los tonos pastel, se utilizan a la vez piezas antiguas desgastadas, mobiliario con aire rústico sin renunciar al lo funcional y más actual de los electrodomésticos. Las lámparas adornadas con cristales, ya sean colgantes o de pie encajan muy bien este estilo, así como las alfombres floreadas, los espejos ovalados de aires románticos, o los encajes y volantes en algunos textiles.
La gran ventaja de este estilo está en su funcionalidad, pues uno de los objetivos es no renunciar a los beneficios de la vida urbana, a pesar de buscar el aire bucólico y de placidez del campo. Gadgets electrónicos, los televisores de plasma o el frigorífico de último modelo no tendrán que ser escondidos: serán el remate de tu hogar en estilo shabby chic.
Fuentes: DesdemiVentana, ShabbyChicBlog, EspacioLiving